Lo más cercano que tengo a un manuscrito es este cuaderno que compré en Máncora hace un año, cuando en esta misma época tomaba notas para terminar la novela que publicaré este año, Esa muerte existe. Ahora en San Cristóbal de las Casas, este cuaderno me sirve para lo mismo: tomar notas para escribir otra novela que ya tiene un par de capítulos terminados, lo que es un reto que siempre me asusta y entusiasma a la vez. Este cuaderno será lo único que quede de el proceso de sentarse, pensar, teclear y producir un libro. El proceso intenso de dejar ideas y sensaciones en cada palabra. Este cuaderno también es la novela. Y me sigue acompañando.
Hello, Gooodbye